La Paz a la hora mágica
Hay un momento mágico en La Paz cuando a las 18/19 horas los paceños empiezan a salir de su trabajo y las calles se llenan de empleados, vendedoras ambulantes, anticucheras, carritos de hot dogs, choripanes u otras cochinadas callejeras. Los anticuchos son trocitos de corazón a la plancha, acompañados de papas y ají de maní; la cochinada callejera por excelencia que uno come en aperitivo antes de regresar a la casa o a la salida del bar. Nadie mejor que las anticucheras para representar la noche paceña. La anticuchera de mi foto no cooperó mucho con mi proyecto de reportaje paceño y sólo se la puede ver de espalda. Con lo que cuesta subir una pinche foto! Cómo explicarle a la señora que es para el blog?! A la misma hora empieza el frió de la noche paceña. Hay que sacar la bufanda, la chompa como dicen acá, los guantes o meter las manos en el fondo de los bolsillos. Me encanta el momento mágico; me retiene en las calles y me hace siempre preferir la larga caminata al taxi para regresar al departamento. Uno sale del trabajo a las 19 horas y llega a su casa a las 23 horas sin darse cuenta, el tiempo ha pasado en puras flâneries. Pero La Paz tiene una energía y una vitalidad muy especiales a cualquier hora del día, no sólo en el momento mágico. Me gustan la diversidad de sus edificios, las calles empedradas de Sopocachi, el Illimani en la distancia, las caras de los paceños y su forma de vestir, sobria y oscura, el desayuno y la lectura del periódico en el Café Lechería de la Calle Colón, el jugo mixto (naranja/pomelo) en el puestecito de la Sagárnaga, la trucha del Café Ciudad, las caminatas por El Prado, las manos en los bosillos, le nez en l'air, disfrutando la ciudad y con la sensación de estar compartiendo algo... Sabiendo que queda mucho por recorrer y explorar. Desgraciadamente me tengo que ir para Sucre mañana. Me cuesta un poco abandonar La Paz...
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