¡Asamblea Constituyente ya!
Hoy, 2 de julio del 2006, los bolivianos votan para elegir a 255 constituyentes quienes, en Sucre, redactarán una nueva Constitución Política del Estado. Para escribir juntos un nuevo acuerdo para Bolivia dice el lema de la Corte Nacional Electoral o refundar el país, dice el compañero Evo. Mucho camino recorrido desde la marcha 'Por la Dignidad, la Tierra y el Territorio' de los indígenas del Oriente en 1990. Habían salido del Beni para llegar a La Paz y pedir una nueva constitución más incluyente. Dos presidentes sacados del poder a las patadas, Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre del 2003 después de la llamada Guerra del Gas y Carlos Mesa Gisbert en junio del 2005 después de la agitada reunión del congreso en Sucre. Con la guerra del gas, la agenda constituyente se volvió central. Varias organizaciones, incluyendo el MAS, empezaron a exigir una Asamblea Constituyente. El 18 de diciembre del 2005, Evo Morales ganó la presidencia de la República con 54% de los votos. Una elección en primera vuelta inesperada. Los presidentes bolivianos los escogía el Congreso. Esta victoria contundente, acompañada de una mayoría parlamentaria, viabilizo la ley de convocatoria para una asamblea constituyente, aprobada en marzo del 2006, tras unas pugnas sobre el modo de elección de los constituyentes. Pero es imposible hablar de la elección constituyente sin mencionar el referéndum autonómico que tendrá lugar también el dos de julio. Una frase larga para preguntar más o menos lo siguiente: quieren o no, en el marco de un estado unitario, establecer un sistema de autonomía departamental? El referéndum es vinculante, o sea que la Asamblea Constituyente tendrá que redactar un estatuto autonómico para los departamentos que hayan votado sí o por lo menos establecer unas líneas generales para que después los departamentos redacten su propio estatuto. Nada bien terrible en apariencia pero la pareja Asamblea Constituyente/Referéndum Autonómico resume las pugnas políticas de la Bolivia actual y a la vez cierta reconciliación política o frágil equilibrio. Es un logro del gobierno actual haber podido dar satisfacción a las reivindicaciones constituyentes y autonómicas al mismo tiempo. Le ha dado cierta tranquilidad al país. Sin embargo, las diferencias de fondo permanecen. Priorizar la Asamblea Constituyente sobre el referéndum y vice versa revelan inmediatamente las preferencias políticas, el origen geográfico/étnico/social y la trayectoria de uno. En términos muy muy generales, la Asamblea Constituyente representa una demanda de la Bolivia altiplánica (del proyecto hegemónico del Altiplano, dirían algunos) de refundar Bolivia, revertir la estructura socio-económica, descolonizar el Estado, centralizar la administración y nacionalizar las riquezas nacionales mientras que el referéndum es un anhelo de la Bolivia oriental, Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija (ubicaremos Tarija en el Oriente, no entremos en detalles ahí), la llamada Media Luna. Para estos departamentos, ricos en reservas naturales, ganadería y agricultura, geográfica y culturalmente lejos de La Paz se trata de conseguir autonomía para librarse del centralismo paceño y usar de manera más eficiente sus recursos. O según las malas lenguas permitir a las élites/partidos políticos tradicionales mantenerse en el poder, atrincherados en sus regiones ahora que sus posiciones nacionales están amenazadas por la maquina arrolladora del MAS, llamando de vez en cuando al separatismo. Se avecinan unos meses interesantísimos en Sucre cuando los constituyentes debatan de autonomía y de mil otros temas. ¡Asamblea constituyente ya!