Mi Doctora
Aquí, en Colombia, soy “doctora”, incluso “mi
doctora”. Me hace remontar a mi primera visita a Colombia en 2002 cuando, con
Herminio, descubrimos el “doctor” y nos hizo mucho reír. En Colombia, se llama “doctor”
a la persona que ha estudiado derecho y que es abogado, pero la expresión es utilizada
de manera general sin confirmar que la persona ha efectivamente estudiado
derecho como una marca de respeto y deferencia. Doctora por allá, doctora por
acá. Al inicio, se me pasó por la cabeza que el “doctor” podía tener la misma
función que el “hermano” en Bolivia: dirigirse a alguien de manera amigable cuando
se te ha olvidado el nombre de la persona. Sin embargo, esta posibilidad ha
sido descartada cuando me di cuenta que muchas veces “doctora” viene acompañada
de mi nombre. Durante los primeros meses, intenté restablecer la verdad y
explicar que no había estudiado derecho y por lo tanto no se me aplicaba el “doctora”.
Sin resultado. Me ha dado por vencida. Ahora, acepto el “doctora” e intento
mantener la seriedad. Lo que más me llama la atención es que hasta los niños
muy pequeños de unos 5 o 6 años utilizan la expresión para dirigirse a las personas
que su educación y su entorno cultural les han enseñado a considerar como
personas a las que hay que respetar. Es de lo más interesante y ciertamente revelador
del estado de las relaciones sociales.
Los dejo con una foto de la vista de los Andes
desde mi ventana porque no encontré nada más adaptado para ilustrar este post.