Semana Santa en La Chiquitanía
Aprovechando el encuentro territorial en Santa Cruz justo antes de Semana Santa, fuimos a la misiones jesuíticas de Chiquitanía. Siete horas de espera en el puente El Pailón, a la salida de Santa Cruz, en compañia de los cambas, que se iban de fin de semana largo en tierras chiquitanas. Escandalosos, indisciplinados e insoportables, anunciaban su comportamiento en los pueblitos chiquitanos. Nos pasamos el tiempo comprando cuñapés, pescado frito, naranjas, cerveza, paseando, husmeando, conversando con las señoras guaranies que iban sentadas con nosotros. Por cierto, íbamos muy incomodos, con una barra de hierro en la espalda, que me dio un dolor de espalda atroz dos dias mas tarde (como habran terminado las viejitas guaranies, no lo sé, se bajaron en San Julian). Nos emocionabamos cada vez que arrancaba el autobus, pero el chofer apagaba el motor un minuto mas tarde y nos resignabamos. Finalmente, cruzamos el Río Grande tant bien que mal (hay que ver el estado del puente), viajamos por carretara asfaltada (no todo nos iba mal) unas 3 o 4 horas y llegamos a San Javier, la primera de las misiones de Chiquitos, fundaba en 1691, para evangelizar a los chiquitanos, la que mas nos gustó. A partir de 1691 se construyeron varias misiones en la regíon de Chiquitos, en San José, San Ignacio, Concepción y luego en la región de Moxos en el Beni (después de las misiones de la zona guarani en Paraguay y Argentina). Los jesuitas desempeñaron una tarea de enseñanza del castellano y de la musica, fomentaron la agricultura, la ganadería y las artesanías entre los pobladores indígenas, profundizando las diferencias entre las culturas de tierras altas y de tierras bajas. Estos pueblos misioneros también llamados reducciones se organizaron en unidades económicas independientes, alrededor de la iglesia, rodeada por los talleres, las escuelas y las viviendas. En 1767, los jesuitas fueron expulsados de América y las iglesias empezaron a deteriorarse, hasta su declaración como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad y la labor de restauración emprendida en los años 1990. Me gustaría contarles más de las misiones de Chiquitos pero la zona carece de guías, nada que ver con el Cusco, y me quedé un poco sur ma faim con los jesuitas y los chiquitanos... Me falta decirles que el camino después de San Javier es muy hermoso, una sucesion de palmeras, pastos, lomitas verdes, vaquitas, lagos hasta llegar al pueblito de Concepción, con su iglesia en la plaza principal y la tierra roja de sus calles. La próxima vez iremos hasta San Ignacio, ahora que tenemos a Guillaume allá!