Valentina et Valentin

Je ne résiste pas à la tentation de vous montrer ma photo avec Valentina et Valentin, comme je n'ai pas su résister à la tentation de me faire prendre en photo sur les hauteurs de Cusco, en compagnie de Valentina et Valentin. Valentina, c'est la dame et Valentin, c'est le lama. Ayant en mémoire les mésaventures du Capitaine Haddock, j'ai bien sûr demandé si Valentin crachait. Comme Valentina m'assurait que non, j'en ai profité pour le caresser et le regarder dans les yeux. Très pacifique, notre Valentin, il n'a pas bronché. Il doit avoir l'habitude des touristes en tous genres (comme Valentina d'ailleurs). J'ai remarqué qu'il avait de très beaux yeux, avec deux tons de marron superposés. Il faudra que je vérifie si c'est simplement le cas de Valentin ou une caractéristique de tous les lamas. Accessoirement vous pouvez apprécier en 2ème plan la ville impériale de Cusco, nichée dans la Vallée Sacrée. La ville fondée par Manco Capac, un type dont je vous avais déjà parlé dans un post précédent. Hé bien, notre ami Manco ne s'est pas trompé en décidant de s'arrêter dans la Vallée Sacrée et de fonder une ville. Un endroit vraiment spécial. Aux dires de certains guides, les Incas auraient choisi la Vallée Sacrée pour la fertilité de ses terres, notamment pour la culture du maïs. L'hypothèse gagne en plausibilité quand on goûte à l'épis de maïs cultivé dans la vallée sacrée : le meilleur épis de maïs de la création, doux, tendre, croquant, sans fil; avec un peu de fromage, c'est délicieux. Autant vous le dire tout de suite, le voyaga à Cusco a été un voyage gastronomique, ceviche, soupe de quinua, truite grillée, la causa limeña - un de mes plats préférés, une espèce de pâté chinois froid, une couche de purée de pomme de terre, de l'avocat, du poulet en mayonnaise, des oeufs durs, une olive par dessus et hop le tour est joué. Le voyage fut aussi culturel, Pachacutec, Huascar, Atahualpa et Tupac Amaru ont fait irruption dans ma vie quotidienne pour y rester, tout comme San Joaquin, le père de Marie y el señor de los temblores. Une mention spéciale à Egidio, le guide de la Cathédrale, un monsieur de 94 ans plein d'énergie, qui ponctuait toutes ses descriptions de peinture religieuse par un « los Incas trabajaban, los Españoles dirigían, Escuela Cuzqueña ».

El Huayna Picchu

Pues ha sido necesario un viaje al Machu Picchu para enterarse que picchu quiere decir montaña en quechua y que Machu Picchu significa montaña vieja. Este es el pico que nunca aparece en las fotos porque está detrás del fotógrafo cuando se sacan las vistas más famosas del Machu Picchu. La montaña vieja da su nombre a la ciudad pero la montaña que aparece en todas las postales es el Huayna Picchu, la montaña joven. En realidad, como nos explicó Lisbeth, la guía que nos acompañó durante toda la visita, no sabemos cómo se llamó la ciudad en su momento de gloria incaica. Los Incas la abandonaron antes de la llegada de los españoles para que no fuera saqueada, los caminos fueron ganados por la vegetación tropical y fue ‘redescubierta’ en 1911 por Hiram Bingham, un universitario norteamericano, guiado por un campesino de la zona. Esta es, por lo menos, la versión de Lisbeth y me gustó esta versión; le hace merecer al sitio arqueológico del valle del Urubamba su apodo de ‘ciudad perdida de los Incas’. La ciudad fue construida después de 1440 durante el reino del Inca Pachacutec y abandonada antes de 1532. Pronto el uso turístico que hacen las autoridades peruanas del Machu Picchu llegará a superar el uso socioeconómico, religioso y político de los Incas… El Huayna Picchu es bastante fotogénico porque llegué a sacarle 18 fotos en un día, por lo que decidí intentar reparar una injusticia histórica y dejar que este post lleve su nombre.

Noticia de última hora

Anoche el pleno de la Asamblea aprobó por más de 2/3 la modificación del artículo 70 de su reglamento que rige el sistema de votación. Se logró un acuerdo político que satisface a la mayoría de las fuerzas en presencia, salvo algunos recalcitrantes, qui font un peu de résistance. Les importará un pepino a mis lectores de Francia, Chile, México, Haití, Colombia y ahora Nepal, la modificación del pinche artículo 70. Pero, para el mundillo constituyente en Sucre y Bolivia en general, es el cierre de una etapa, así que se lo quería contar. Como mi vida en Sucre ha sido tan vinculada a la Constituyente, es un momento importante para mí también, espero que se inicien nuevas labores constituyentes y que entremos de lleno al debate sobre contenidos. Las celebraciones de Carnaval han empezado, se avecina un fin de semana largo, ¡me marcho para el Cuzco!

Lamentablemente...

No tenía pensado escribir sobre la Asamblea Constituyente hoy, más bien les quería hablar del parque nacional Sajama, pero anoche asistí a la sesión plenaria y hubo profusión de ‘lamentablemente’. Creo haberles mencionado en un post precedente el frecuente uso de la palabra ‘lamentablemente’ en Bolivia. Tengo que empezar a dibujar barritas en mi cuaderno cada vez que oigo un 'lamentablemente'. Los bolivianos siempre se están lamentando de algo, especialmente en el escenario constituyente. Pues, ayer el día 13 de febrero, fue un festival de ‘lamentablemente’ durante la sesión plenaria, sin lograr modificar el sistema de votación claro. Francamente no vale la pena extenderse sobre la falta de acuerdos el seno de la Asamblea, el nivel de los debates y las artimañas de unos y otros, me parece más enriquecedor reflexionar acerca de la facilidad que tienen los bolivianos para lamentarse sobre lo hecho y lo ocurrido. No desperdician una oportunidad para llorar sobre la leche derramada. ¡Los intentos de explicación son bienvenidos!

Alto y plano

Alto y plano, es el altiplano, la región que se extiende del sur del Perú al norte de Chile y Argentina, pasando por el Occidente de Bolivia entre las cordilleras de los Andes. Una región también conocida como la Puna. Como su nombre indica, es una zona plana a más de 3000 metros de altura. Lo que no indica el nombre, que hace imaginar un lugar bastante aburrido, es la magia del Altiplano. Cambia poco el paisaje, la vegetación no es exuberante, la vida no abunda, el clima es extremo pero creo que escogería viajar por el Altiplano entre varias oportunidades de paseo. Al salir de El Alto y pasando la Cumbre, donde hay que challar* para que le vaya bien a uno en el viaje, empieza el paisaje del Altiplano: los cultivos de quinua, una sucesión de pueblitos que parecen desiertos, unas iglesias en medio de la nada, los rebaños de ovejas y llamas, en las zonas más remotas las vicuñas, los campos de paja brava, la gente que aparece salir de nulle part… Acompañados de un aire seco y límpido, del silencio gran parte del tiempo y de una luminosidad increíble a cualquier hora del día.

*Challar significa bautizar el coche con alcohol, en otras palabras echarle alcohol barato al coche.

Cuarto Intermedio

La Asamblea ha reiniciado sus labores la segunda semana de enero y no sé cuántos cuartos intermedios llevamos ya… De hecho me parece que estamos en un cuarto intermedio desde el jueves 19 de enero. El cuarto intermedio se declara cuando la directiva de la asamblea Constituyente no logra reencauzar el debate en la sesión plenaria y se necesita una reunión de directiva con los jefes de bancada para reordenar las tropas (un clásico del mundillo constituyente). Se suspende entonces la plenaria manteniéndose la misma orden del día que, claro, nunca se agota. La Asamblea cumplió seis meses el 6 de febrero y seguimos en lo mismo, el debate sobre el sistema de votación (esto es ya un poco surrealista, es como si hubiésemos entrado a otra dimensión de la Asamblea y del debate político) con algunas variantes: han empezado el trabajo de las 21 comisiones y con ello cierto desorden. Los constituyentes rasos se han animado y elaboraron sus planes de actividades. Aprovecho este post para decirles que yo también he declarado cuarto intermedio: ¡me voy a La Paz para el fin de semana!

El viaje a Ñucchu

Estaba pendiente un tercer post sobre Chile para contarles mis visitas a Valparaíso y Puerto Montt y enseñarles las fotos del reencuentro con los amigos. Pero nos quedamos sin internet en la oficina y descuidé mi pobre blog. Hace casi un mes que regresé a Bolivia. Ha volado el tiempo. Estuve en La Paz un fin de semana para asistir a un encuentro entre mujeres constituyentes y parlamentarias, encuentro que fue la excusa para comer rico (peruano y francés), tomar cafecitos en el Café Alexander de la Plaza Abaroa, pasear por El Prado, la zona del Mercado Rodríguez, Sopocachi, recorrer la tiendas de artesanías de la Sagárnaga, ver la celebración del primer año de gobierno del Evo en la Plazuela San Francisco, ir al cine para ver un documental (Salvador Allende de Patricio Guzmán, que me habían recomendado en Chile)... Reinstalada en mi vida sucrense, me doy cuenta que conozco muy poco de los alrededores de la ciudad blanca y me entran las ganas de descubrir Chuquisaca... Sin camionetón, claro, está la cosa un poco difícil. Uno depende de los medios de transportes locales que son lo que son. El sábado por la tarde abordamos un taxi en una plazuela de Yotala, rumbo a Ñucchu. Dos pesos bolivianos para llegar a Ñucchu en el taxi más destartalado de Chuquisaca, en compañía de un trío infernal: el chofer, la novia y la mamá de la novia, una señora de lo más simpática, que nos comentó los atractivos de la zona, por cierto preciosa. Todo esto escuchando los preocupantes sonidos emitidos por el coche y los éxitos gringos de los ochenta, Michael Jackson y demás. Llegamos bien y disfrutamos tanto Ñucchu que se nos fue el tiempo y a las 18h30 sólo quedaba nuestro taxi destartalado, con una llanta pinchada y la batería descargada. Lo de la llanta se solucionó rápido, para la batería tuvimos que empujar todos juntos para que finalmente arrancara y nos llevara de vuelta a Yotala, apretaditos (paramos para recoger a una señora y su hijo varados en el camino; son las solidaridades del campo) pero felices, con una sensación de bienestar y ganas de seguir el viaje. En Yotala, un lugarcito que no tiene desperdicio (su tranquilidad, su estación de trenes en desuso, sus habitantes un poco lentos, la parrillada de la Campana), tomamos un micro para regresar a Sucre. El domingo seguimos con la exploración de los alrededores de Sucre, en un taxi más decente esta vez pero con un taxista igual de empanadillo. Fuimos a Chataquila y Chaunaca, en la Cordillera de los Frailes, por un camino de tierra, subiendo hasta 3600 metros y bajando por un valle verde y caliente, donde comimos galletas de agua y duraznos.