Seguramente el título de esta entrada no les dirá nada a los que no han estado en Bolivia. El “¿no ve?” aparece a menudo en las conversaciones bolivianas y me ha llamado suficientemente la atención para titular así un post dedicado a las peculiaridades del habla boliviana. ¿Cómo se usa el “no ve”? Pues, en medio de una tertulia es frecuente que el boliviano le pregunte a su interlocutor, “¿no ve?” para asegurarse que está entendiendo, aunque no se espera respuesta, prosiguiendo con su discurso. Entre lo más extraño del habla boliviana está el uso del “pero” en medio o al final de la frase. Un ejemplo: había pedido pero la palabra. O ¿han acabado pero? Extraño, ¿no? Otra costumbre extraña consiste en colocar el verbo al final de la frase. Los bolivianos dirán “bonito es, pues” en vez de decir “es bonito”. Entre las peculiaridades del habla boliviana está también el uso del futuro en vez del imperativo. En vez de decir, “crucemos la calle”, el boliviano dirá “cruzaremos”. Y si le agregas un “pues” o un “nomás” al final, suena más boliviano aun! Otra cosa que te llama rápido la atención en Bolivia es la cantidad de diminutivos. ¡Todo es pequeño en Bolivia! Por ejemplo, cuando entras a una farmacia y dices que quieres una crema (mejor sería decir una cremita, claro), te preguntan ¿cualcita quieres? Tú puedes contestar “estita, por favor” o “estita sería”. En las charlas académicas, un concepto es un conceptito. Para señalar que un lugar queda muy cerca, le dicen a uno “está aquicito nomás”. Estas son las formas gramaticales bolivianas más comunes. Ahora, las palabras típicamente bolivianas. ¡Numerosas, son! En el repertorio del vocabulario boliviano, no puede faltar el “lamentablemente”. Sin ser exclusivamente boliviano, el lamentarse es muy boliviano. Los bolivianos (quienes, por cierto, son todos hermanos porque así se llaman entre ellos) siempre se están lamentando de algo, especialmente en los debates constituyentes. Lamentablemente esto, lamentablemente lo otro. En el mercado, las vendedoras me llaman “caserita”, lo cual me cae mejor que “mamita” que sinceramente detesto (me gustaba más el “chérie” haitiano o el “amor” nicaragüense). En Bolivia, una “flota” es un autobús, “estar de chaqui” es estar con resaca, ser “jailón” es ser de la alta sociedad, ser “pequebu” es ser pequeño burgués, algo “chuto” es algo falso, una “cholita” es una señorita indígena… Hay mucho más, seguiré prestando oídos en las conversaciones bolivianas. Una última expresión que no puedo dejar de mencionar aquí es “ser de pollera”. Ser de pollera es llevar la vestimenta indígena típica y por ende ser indígena. Lo opuesto a ser de vestido o ser de pantalones. Me entra una duda ahora si ser de pollera es necesariamente ser chola o cholita. ¿Habrá alguna diferencia, algún matiz sociocultural? Investigaremos, pues, con algún constituyente sociólogo o antropólogo y les aclararé el asuntito prontito, ¡hermanos!